Visto el ritmo de los Red Bull durante el fin de semana, y el que mostraron el domingo, era lo máximo a lo que Carlos Sainz podía aspirar. El madrileño aguantó cuanto pudo la primera plaza, pero un problema de degradación con los neumáticos blandos aceleró una caída inevitable. Después de la primera parada, Verstappen le arrancó las pegatinas con el DRS y ya no volvió a saber más de él.
“Parecía que el coche iba sobre raíles. Todo el fin de semana ha sido increíble”, concedía Verstappen tras la victoria. Como si toda la carrera hubiera sido un acelerón interminable hasta la bandera de cuadros. Sensación contraria a la de Carlos Sainz, tercero en el Gran Premio y primero en la liga de mortales. Ya dentro, viendo cómo el neerlandés celebraba el triunfo zarandeando el coche en la recta de meta, el de Ferrari bromeó con él. “Yo he ido así también, pero durante toda la carrera”.
Especialmente en las últimas vueltas, donde tuvo que defenderse de George Russell. El británico llegó a tantear el segundo de diferencia, pero perdió el fuelle antes que Sainz. El madrileño salvó la tercera plaza por delante de los dos Red Bull, que era el objetivo más realista antes de empezar la carrera.
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